La cinta nos lleva a la Holanda del siglo XVII una época en la que se vivió la primera burbuja económica de la que tenemos noticia: la de los tulipanes.
Un solo tulipán llegó a valer lo mismo que una casa y alrededor de ellos se creó un mercado especulativo en el que incluso se vendían tulipanes que aún no habían nacido.
En este contexto vemos a un pintor que se enamora de una clienta, una joven recién casada a la que le está haciendo un retrato. La joven le corresponde, por lo que los dos se ponen manos a la obra para obtener dinero y poder irse a vivir juntos.
Ese futuro no pasa por el trabajo, sino por la inversión en tulipanes los cuales son el bien más preciado en la Holanda de la época, un bien cuyo valor no es real y que al final le va a provocar muchos problemas a los que invirtieron en ellos.